LA CASA AZUL

Este disco es un homenaje a la gloria encarnada en tres minutos de pop arrebatador. 

La música de baile en España, gracias a Guille Milkyway, ha sido capaz de crecer. Se ha hecho adulta que no mayor. Arreglos sofisticados, pero directos y con una producción de cada vez más altura  (la introducción de “Saturno” le pone como discípulo aventajado de ABBA y Moroder).

Guille comienza las estrofas como si estuviera ya en pleno estribillo, así que sube y sube hasta que justo antes del estribillo hace una parada estratégica, vuelve a coger carrerilla hasta llegar al infinito con el corazón acelerado y la cadera dislocada.

En las letras, nostalgia, mucha nostalgia. En el corazón, latidos batiendo récords para alcanzar el nivel del bpm. 

Y, en medio de un gran disco, una joya:

“Hasta perder el control” entra por derecho propio en la órbita de los compositores de corazón al descubierto, ideal para que la cantara Raphael o el ya difunto Camilo Sesto. Pero a quien mejor le encajaría sería a Mina con arreglo de cuerda de Morricone. Este disco sólo baja el tempo en el colofón final con la canción que da título al disco, “La gran esfera”, y le sienta muy bien esa reducción de beats por minuto porque da espacio a que resuene cada instrumento y concede tiempo para que el cerebro se regodee en su alquimia sonora. Saber y sabor. Bravo, Guille.